Mi más reciente caso ha sido la producción original de netflix para el mes de Julio "Stranger Things". Fue este viernes cuando vio la luz en el mundo y desde entonces ha dado mucho de que hablar en el buen sentido. De mi parte puedo decir que yo quedé capturada desde que vi el póster. No pude hacer más que atreverme a comenzar mis vacaciones dándole una oportunidad a la serie, y vaya que no me arrepiento.
Sé que al leer la sinopsis de la serie a muchos se les podría figurar como el clásico cliché de ciencia ficción y sobrenaturalidad ochentero: un niño desaparece repentinamente en un pueblo de Indiana en 1983, sus amigos y familia junto a la policía local intentan buscar respuestas y terminan descubriendo todo un misterio sobrenatural que involucra facciones secretas del gobierno haciendo experimentos y una niña extraña.
Lo sé, cliché. Pero puedo asegurarles que Stranger Things es mucho más que eso. La existencia de cierta nostalgia a los ochenta, buena música y una trama interesante y solida en la vida de personajes con los que no es difícil empatizar funciona de manera excelsa. Esta serie, en resumen, logra tan, pero tan bien lo que películas como Super 8 se propusieron en su momento.
Dentro de la historia podemos encontrar tres perspectivas principales, la de los niños integrados por Mike, Dustin, Lucas y Once, los adolescentes Nancy, Steve y Jonathan, y los adultos, principalmente Joyce y Hop. Cada generación con sus propios problemas, sus logros y sus complejos le dan un tinte particular a la manera en que se nos cuenta la historia.